Natalia Kolesnikova | AFP

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Por Diego Marcano Arciniegas


El primer lote de la vacuna Sputnik V contra el nuevo coronavirus, desarrollada por el centro de investigación estatal de epidemiología y microbiología ruso, Centro Nacional Gamaleya, llegó a Venezuela para iniciar la fase 3 de las pruebas clínicas en 2000 pacientes en suelo venezolano.

Mientras la vicepresidenta ejecutiva, Delcy Rodríguez, calificó de “momento histórico” la participación de Venezuela en la fase 3 de las pruebas clínicas, científicos en occidente han cuestionado el acelerado proceso de autorización de la vacuna por parte del gobierno de Rusia.

El presidente ruso, Vladimir Putin, aprobó la vacuna Sputnik V el 11 de agosto de 2020, tres semanas antes de que se publicaran los resultados de las fases 1 y 2 de las pruebas clínicas, y antes de que iniciara la fase 3, la cual es esencial para determinar la seguridad y eficacia de la vacuna. Para la fecha en que fue aprobada, la vacuna rusa sólo había sido ensayada en 76 personas. 

Según lo reportó Science Magazine el certificado de registro de la Sputnik V permite que la vacuna sea aplicada en “un pequeño grupo de ciudadanos de grupos vulnerables”. El certificado indica que la vacuna no puede ser utilizada sino hasta enero de 2021, lo que daría tiempo de completar las pruebas clínicas de fase 3.  

Generalmente, la autorización de una vacuna requiere haber pasado satisfactoriamente pruebas clínicas de fase 3, las cuales incluyen decenas de miles de participantes. Johnson & Johnson, por ejemplo, está conduciendo las pruebas clínicas más grandes de fase 3, con 60.000 voluntarios para lograr la autorización de su producto. 

No obstante, el gobierno ruso no ha escatimado esfuerzos para promover la Sputnik V, incluyendo el lanzamiento de un website oficial de la vacuna, disponible en ocho idiomas distintos y un video promocional con sonidos del satélite ruso Sputnik —el primer satélite en orbitar la tierra el 4 de octubre de 1957—, recordado como una victoria soviética en la carrera espacial contra Estados Unidos durante la guerra fría.

Rusia se ha convertido en el primer país del mundo en aprobar una vacuna para enfrentar el coronavirus, el cual ha causado la muerte a más de un millón de personas en el mundo. El anuncio de la aprobación propulsó las negociaciones del gobierno ruso con una docena de países. No sólo Bielorrusia y Kazajistán obtendrían la vacuna a través de un acuerdo comercial, también India compraría 100 millones de dosis y produciría 300 millones más. Brasil compraría 50 millones de dosis y México 32 millones. Todos los acuerdos comerciales están sujetos a que la Sputnik V pase satisfactoriamente las pruebas clínicas de fase 3.  

Cuando Putin anunció la aprobación de la vacuna en una reunión de gabinete, el presidente ruso aseguró que la misma era “suficientemente efectiva”. Sin embargo, según Fyodor Lisitsyn, científico del Centro Nacional Gamaleya, la campaña de vacunación masiva en Rusia no se iniciaría sino hasta finales de octubre, una vez que concluyan las pruebas clínicas de fase 3. 

Distintos expertos de la comunidad científica consideran que el proceso de la vacuna por parte del gobierno de Rusia ha ignorado convenciones y estándares científicos mundiales.

En entrevista para Prodavinci, Paul A. Offit, director del Centro de Educación de Vacunas del Hospital de Niños de Filadelfia y miembro de la junta asesora de vacunas de la Administración de Alimentos y Medicamentos de los Estados Unidos (FDA por sus siglas en inglés), explicó que existen riesgos importantes en la aprobación de un producto experimental que no ha finalizado todas las fases de pruebas clínicas, no sólo porque puede comprometer la salud de la población, causar efectos secundarios agudos o resultar ineficaz, sino que adicionalmente puede sembrar desconfianza en las vacunas en general, haciendo más difícil que la humanidad logre alcanzar una inmunidad de grupo, incluso después de lograr tener acceso a una vacuna efectiva. 

–Si se va a proveer de una vacuna a un país –afirmó Offit–, debemos asegurarnos de que la vacuna ha sido probada y que, al menos en un grado razonable, es segura y eficaz. Aprobar una vacuna sólo con los resultados de la fase 1 y 2 de las pruebas clínicas significa que se ha decidido no mitigar los riesgos.  

Por su parte, John P. Moore, profesor de microbiología e inmunología de la Universidad de Cornell, Weill Cornell Medicine, quien ha trabajado durante años en el desarrollo de una vacuna contra el VIH, afirmó a Prodavinci que todo el proceso de la vacuna Sputnik V ha sido inusual: 

–Los rusos –sostuvo Moore– autorizaron la vacuna en su país antes de que los resultados de las pruebas clínicas fueran publicados. Eso jamás sucedería en Estados Unidos o en Europa occidental.   

¿Cómo funciona la vacuna Sputnik V?

La vacuna Sputnik V utiliza dos adenovirus humanos causantes de resfriados y los transforma  para transportar el material genético del SARS-CoV-2 sin el gen que permite la reproducción del virus, con el objetivo de generar una reacción inmune en el cuerpo humano sin causar la enfermedad covid-19.   

El sitio web ClinicalTrialg.gov de la Librería Nacional de Medicina y el Instituto Nacional de Salud de Estados Unidos sostiene que la vacuna Sputnik V consiste en dos dosis separadas que usan distintas versiones del adenovirus. Los estudios describen la aplicación de una primera dosis fundada en un vector de adenovirus humano tipo 26, y una segunda dosis, basada en el adenovirus humano tipo 5, aplicada 21 días después. Ambos adenovirus han sido alterados para transportar la proteína S del SARS-CoV-2. 

La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha reportado estar en contacto con las autoridades rusas para discutir sobre los procesos adecuados del desarrollo y prueba de la vacuna. Tarik Jasarevic, portavoz de la organización dijo, en rueda de prensa el 11 de agosto de 2020, que la OMS daría el sello de aprobación a la vacuna desarrollada por el Centro Nacional Gamaleya sólo después de una revisión rigurosa de seguridad y de la data de dicha vacuna.

Consultado también por Prodavinci, el doctor Benjamin Neuman, científico del departamento de biología de A&M University-Texarkana y miembro del comité internacional que le dio el nombre de SARS-CoV-2 al nuevo coronavirus, lo poco convencional que ha sido todo el proceso es preocupante para futuros desarrollos científicos, aún si la vacuna Sputnik V prueba ser efectiva. 

–Podría funcionar en este caso, pero muy probablemente va a haber problemas si el mismo proceso de aprobación es aplicado a otros tratamientos y vacunas –dijo Neuman–. El proceso de impulsar la Sputnik V para su uso generalizado antes de las pruebas formales de fase 3 no es bienvenido.

Handout | Russian Direct Investment Fund | AFP

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Fases de desarrollo de una vacuna

Todo nuevo fármaco que se introduce al mercado debe cumplir con un riguroso proceso de pruebas clínicas a fin de determinar su eficacia y seguridad. En el caso de las vacunas, es vital establecer que los beneficios serán mayores que los riesgos, puesto que las vacunas se emplean en personas sanas y su uso no puede ser considerado como uso compasivo. 

Las pruebas clínicas de una nueva vacuna son realizadas para garantizar la seguridad y efectividad del fármaco. Generalmente, estas pruebas se desarrollan en cuatro fases. 

En la fase 1 se producen los pasos iniciales, que incluyen determinar que una vacuna no es activamente dañina en la población humana. Es por eso que se emplea la vacuna experimental en pocas personas y se va avanzando con cautela en cuanto a la dosis y número de voluntarios en las que se emplea. 

En la fase 2 se avanza en una prueba de eficacia a pequeña escala, con el objeto de evaluar si la vacuna en desarrollo puede generar protección contra la infección que busca combatir.

La fase 3 es esencial para lograr determinar si la vacuna funciona. En esta se prueba la eficacia y seguridad a gran escala. De los miles de voluntarios que participan en el experimento, unos reciben la vacuna experimental y otros un placebo. De esta forma se puede rastrear y evaluar el desempeño de la vacuna –los resultados permiten determinar el porcentaje de eficacia de la vacuna y determinar si es segura para la población. 

Las pruebas clínicas de fase 3 incluyen a distintos grupos de la población, como aquellos de la tercera edad y con patologías previas, cuyos sistemas inmunológicos pueden reaccionar de diferentes formas y revelar posibles reacciones adversas y efectos secundarios. Debido a que la fase 3 involucra a un grupo grande de personas, es posible detectar efectos adversos, los cuales son imposibles de identificar en las fases previas de las pruebas clínicas. A partir de los resultados se sopesan los beneficios y riesgos de la vacuna.  

Al final de la tercera fase se alcanza una certeza estadística que permite vislumbrar qué tan efectiva y segura resulta ser. 

Controversia a partir de los resultados preliminares de la vacuna Sputnik V

Un grupo de 37 científicos de 12 países diferentes cuestionaron, en una carta abierta escrita el 7 de septiembre de 2020, los resultados de las fases 1 y 2 de la vacuna Sputnik V reportados por los desarrolladores de la vacuna en la renombrada revista científica The Lancet.

La carta resalta “improbables coincidencias en los datos” y destaca que en los resultados de las fases 1 y 2 de las pruebas clínicas hay múltiples participantes que reportan niveles de anticuerpos idénticos.

“En el terreno de las evaluaciones probabilísticas simples, el hecho de observar tantos puntos de datos conservados entre diferentes experimentos es muy poco probable”, dice la carta escrita por Enrico Bucci, de Temple University, y sus colegas.

Los científicos pidieron a los desarrolladores de la Sputnik V que publicaran la data numérica original de todos los experimentos y los archivos FACS (clasificación de células activadas por fluorescencia) para que otros investigadores pudieran reproducir su análisis.  

“Sin la data numérica original no se puede llegar a conclusiones definitivas sobre la fiabilidad de los datos presentados, especialmente en cuanto a las aparentes duplicaciones detectadas”, explica la carta.

Los científicos del Centro Nacional Gamaleya respondieron en The Lancet que su artículo era preciso y que no hicieron ninguna manipulación ilegítima de los datos. Denis Logunov, subdirector de investigación del Centro Nacional Gamaleya e investigador principal de la vacuna Sputnik V y su equipo, atribuyeron las coincidencias señaladas en la carta de Bucci y sus colegas a “causas naturales, pura coincidencia o un análisis impreciso” por parte de sus críticos. No presentaron ninguna información adicional fuera de los resultados incluidos en el artículo publicado inicialmente, el cual, según estos científicos, ya contenía todos los datos originales de las pruebas. 

El diario Moscow Times reportó que Raffaele Calogero, profesor de la Unidad de Bioinformática y Genómica de la Universidad de Turín, solicitó formalmente el 30 de septiembre los “datos anónimos sin procesamiento” de las primeras fases de las pruebas clínicas de la vacuna Sputnik V. Ni Logunov ni el Centro Nacional Gamaleya han respondido a la solicitud.  

Paul Offit, de la junta asesora de vacunas de la FDA, considera que los científicos rusos deberían compartir los datos brutos, porque la transparencia es esencial para guiar el proceso de desarrollo de una vacuna. 

–Típicamente en el mundo científico, no se debería dudar en compartir los datos brutos si surge alguna pregunta o cuestionamiento –sostiene Offit–. De hecho, la revista científica debería insistir en ver los datos brutos.

Natalia Kolesnikova | AFP

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Otras preocupaciones en torno a la Sputnik V

La utilización del adenovirus humano tipo 5 en la segunda dosis de la vacuna Sputnik ha despertado preocupación en científicos que siguen de cerca el desarrollo de vacunas contra la covid-19. 

–El adenovirus humano tipo 5 no es poco común –explicó Offit–. Hay un gran número de personas en la población que ya tienen anticuerpos contra este adenovirus y cuando reciban la vacuna, estos anticuerpos van a neutralizar el virus, lo que evitaría que la vacuna tenga el efecto deseado. 

En Estados Unidos, el estándar de efectividad que las farmacéuticas deben alcanzar para que se autorice una vacuna es del 50%. Esto implica que la vacuna debe ser capaz de prevenir o disminuir la severidad de la enfermedad en al menos la mitad de las personas vacunadas, de acuerdo con los lineamientos publicados por la FDA.  

Pruebas clínicas en Venezuela 

Después de que el Ministerio del Poder Popular para la Salud anunciara la participación de Venezuela en la fase 3 de las pruebas clínicas de la vacuna Sputnik V, la Academia Nacional de Medicina y la Academia de Ciencias Físicas, Matemáticas y Naturales publicaron un comunicado haciendo recomendaciones al Estado para garantizar que las pruebas se conduzcan de acuerdo con “los más altos niveles científicos y éticos”.

El comunicado hace hincapié en los principios que deberían regir las pruebas clínicas de un candidato vacunal en Venezuela y exhorta al Estado venezolano a asegurarse de que “el candidato vacunal ha sido debidamente evaluado en pruebas preclínicas y de fase 1 y 2 en el país de origen de la vacuna”. Asimismo, enfatiza la necesidad de que los resultados de estas dos fases previas hayan “sido publicados en revistas científicas arbitradas o al menos presentados en detalle a un Comité Científico Nacional integrado por expertos de virología, epidemiología, inmunología, vacunología y ciencias afines”.   

El pronunciamiento destaca que de las 140 vacunas contra la covid-19 que se encuentran en estudios preclínicos, incluyendo la Sputnik V, ninguna ha sido aprobada por entes o autoridades regulatorias en materia de salud a nivel mundial. 

“En el momento no existe ningún candidato vacunal que haya demostrado ser seguro y capaz de proteger a humanos contra la infección o enfermedad”, dice el documento. 

Desde el código de ética médica de Núremberg, que se produjo al final de la Segunda Guerra Mundial, existen cuatro principios en el código ético de la experimentación en seres humanos: autonomía, beneficencia, no maleficencia y justicia. 

–Quizás el más importante es el principio de autonomía. Es un proceso mediante el cual el voluntario entiende perfectamente a qué se está sometiendo –dijo José Esparza, destacado virólogo venezolano, exintegrante del programa global de la OMS para el VIH/sida–. En este caso, no es una vacuna. Solamente la mitad de los voluntarios recibirá el producto experimental que podría tener efectos secundarios no conocidos. La otra mitad recibirá un placebo. No deben engañar a la población haciéndoles creer que están recibiendo una vacuna efectiva. 

Si un voluntario no está debidamente informado y cree que está recibiendo una vacuna y no un producto experimental, este puede descuidar sus medidas de precaución para evitar infectarse con el SARS-CoV-2, poniéndose en riesgo a sí mismo y a sus familiares, creyendo estar efectivamente vacunado.

Los principios de beneficencia y no maleficencia establecen que cualquier voluntario que participe en una prueba médica de un producto experimental, debe contar con acceso rápido y eficiente a los servicios médicos, si llegara a necesitarlos a raíz del surgimiento de un efecto secundario negativo. 

La emergencia humanitaria compleja que padece Venezuela, sumada a una frágil infraestructura hospitalaria, escasez de gasolina y constantes fallas eléctricas, plantean serios obstáculos para la conducción de pruebas médicas bajo los principios de beneficencia y no maleficencia. 

El comunicado de la Academia Nacional de Medicina y la Academia de Ciencias Físicas, Matemáticas y Naturales sostiene que las pruebas clínicas de fase 3 en Venezuela tienen la obligación de ser transparentes y deben contar con la participación de la comunidad científica venezolana. 

“(...) la evaluación de una vacuna que pueda contribuir al control de la pandemia en nuestro país no debe vulnerar los principios científicos y éticos internacionalmente aceptados y debe hacerse con la mayor transparencia y con el apoyo de la población venezolana y de su comunidad médica y científica”, dice el comunicado. 

El Ministerio del Poder Popular para la Salud no ha publicado información sobre cómo conducirá las pruebas clínicas de fase 3 en Venezuela ni cuáles serán los lineamientos éticos que regirán el experimento. 

Los comunicados oficiales del ministerio se han limitado a anunciar que al finalizar la tercera fase de las pruebas clínicas se “iniciará la producción masiva” de la vacuna rusa, sin especificar dónde ni cómo será producida.  

De acuerdo con Offit, generalmente las pruebas clínicas de fase 3 en Estados Unidos requieren que quienes conducen el experimento hagan seguimiento cercano a los voluntarios durante seis u ocho semanas después de la aplicación de la última dosis.

–Si pudiera haber un efecto secundario serio, probablemente aparecería en un mes y medio. Eso no significa que no puedan aparecer otros efectos colaterales, pero al menos puedes decir que no hay efectos secundarios serios y poco comunes –dijo Offit.  

La Federación Rusa conducirá la fase 3 de las pruebas clínicas en un total de 40 mil personas en el mundo, de las cuales 2.000 serán de Venezuela. Esta fase de pruebas tendrá una duración de 180 días, según informó el ministro de salud, Carlos Alvarado.

–No hay nada de malo en hacer pruebas clínicas de fase 3 en Venezuela o en cualquier otro lugar del mundo, porque la data de seguridad publicada en la fase 1 y 2 de las pruebas en Rusia no indica que haya algo negativo, y los rusos la están probando en su propio país –observó John P. Moore, profesor de microbiología e inmunología de la Universidad de Cornell, Weill Cornell Medicine. 

El Ministerio de Salud en Venezuela recibe solicitudes a través de su sitio web para que los voluntarios puedan inscribirse en la fase 3 de las pruebas clínicas de la vacuna Sputnik V. En cuanto a los criterios de selección demográfica, el ministro de salud ha dicho que los voluntarios “básicamente tienen que ser personas sanas y no deben tener tatuajes en el brazo, ya que la pigmentación causa reacciones al contacto con la vacuna”. 

El expresidente de Honduras, Manuel Zelaya, compartió un video a través de su cuenta personal de Twitter, en el que reporta haber participado en las pruebas clínicas de fase 3 de la vacuna Sputnik V en Caracas.

Para Esparza, antes de iniciar una campaña global de vacunación es fundamental tener información sobre la eficacia y seguridad de la vacuna en diferentes poblaciones y en distintos grupos de edad. De ahí la importancia de que la prueba de fase 3 se haga en un número grande de personas. 

–Es por eso es que muchas compañías están haciendo pruebas, no solamente en Estados Unidos o en Europa, sino en muchos países en vías de desarrollo, como Brasil y la India –dijo Esparza.  

El mismo día en que se anunció la llegada de las dosis de la Sputnik V a Venezuela, el Ministerio de Salud informó que el gobierno procura adquirir “las primeras vacunas contra la covid-19 desarrolladas por la República Popular China”, a través de un “contrato comercial”, sin especificar de cuál de las cuatro vacunas experimentales desarrolladas en China, actualmente en fase 3 de las pruebas clínicas, se trata.

Frente a la posibilidad de la llegada de distintas vacunas a Venezuela, es relevante considerar qué podemos esperar de ellas. 

De acuerdo con Esparza, una vacuna puede proteger contra la infección, prevenir la enfermedad, que es lo que la mayoría de las vacunas buscan, prevenir la enfermedad en su manifestación severa, o prevenir la enfermedad moderada; pero esta última no representaría una gran contribución a la salud pública.   

Aunque el desarrollo de vacunas generalmente toma años de pruebas e investigación antes de que puedan llegar al público, científicos de distintos laboratorios están acelerando el proceso para tener una vacuna contra el coronavirus en 2021. Actualmente hay 45 vacunas en pruebas clínicas: 30 se encuentran en fase 1, 15 en fase 2 y sólo 11 están actualmente en la fase 3.


Créditos

Jefatura de diseño: John Fuentes

Edición: Ángel Alayón, Oscar Marcano y Valentina Oropeza

Fotografía: Natalia Kolesnikova |  Handout | Russian Direct Investment Fund | AFP


Caracas, 21 de octubre de 2020.