Por Indira Rojas

Los educadores venezolanos ganan entre 50 y 70 dólares al mes según las tablas salariales. Los pagos se retrasan o no llegan completos. Las dificultades para sostener a sus familias los impulsan a buscar trabajos alternativos. A la larga, muchos abandonan las aulas. La directora del programa de escuelas de Fe y Alegría advierte que la situación pone en riesgo el derecho de todo niño, niña y adolescente de contar en el aula con profesionales preparados y motivados que fomenten su desarrollo. Esta entrevista forma parte de Maestros en recesión, un especial de Prodavinci sobre la crisis laboral y profesional de los docentes en Venezuela y su impacto sobre la calidad educativa.

No había pupitres ni pizarrones ni mesas. Cien niños recibieron clases sentados en el piso de una casa en la parroquia 23 de Enero de Caracas el 5 de marzo de 1955. Dividieron la sala con tablas para simular dos aulas, y dos muchachas del barrio se ofrecieron como maestras voluntarias. Así inició hace 67 años el Movimiento de Educación Popular y Promoción Social Fe y Alegría, un proyecto que propone la formación integral de niños, niñas y adolescentes, especialmente en contextos vulnerables. 

Fe y Alegría tiene hoy 177 escuelas, 5 institutos universitarios, 23 emisoras de radio conectadas en red, 75 centros de capacitación laboral y un centro de investigación. Al expandirse, creó una red educativa sólida con instituciones privadas subvencionadas, en parte, por el Estado. Para este movimiento, la educación de calidad es la vía hacia sociedades más inclusivas, y se basa en la enseñanza de competencias fundamentales para la vida y el trabajo y en la construcción de la ciudadanía. Su tarea no es solo transmitir conocimientos, también realizan actividades de seguimiento y acompañamiento. Para garantizar que este modelo funcione, se apoyan en equipos multidisciplinarios. Esto implica personal preparado y especializado, profesionales que son cada vez más escasos. 

De acuerdo a los ajustes en las tablas salariales de marzo de 2022, los docentes venezolanos perciben entre 50 y 70 dólares al mes. Sin embargo, denuncian que reciben los pagos fraccionados o incompletos, o se retrasan. No pueden cubrir sus gastos de medicinas, servicios y transporte, y lo que ganan apenas alcanza para cubrir una cesta alimentaria. Enseñar ya no es un trabajo atractivo. Los maestros que siguen las aulas buscan empleos alternativos. A la larga, algunos abandonan la educación o migran a otros países. “A nosotros también nos afecta el deterioro de la situación sociolaboral del gremio, y hemos perdido personal de todo tipo”, dice Noelbis Aguilar, directora del programa de escuelas de Fe y Alegría desde hace 9 años. Aguilar egresó del Instituto Pedagógico de Caracas como profesora en Ciencias Sociales y tiene 31 años en la docencia. Estudió una maestría en Gerencia Educativa y una especialización en Gerencia Social, formación que le ha permitido expandir su visión sobre las políticas públicas educativas. 

Desde sus comienzos, Fe y Alegría ha dejado claro que su principal fortaleza son sus maestros. Aguilar considera que esto aplica para todo el sistema educativo, y le preocupa que en medio de las dificultades que enfrentan los maestros hoy la calidad educativa ya esté en riesgo y que la huella sea irreversible. 

¿Cuándo comenzaron a sentir los estragos de esta crisis docente en Fe y Alegría? 

Fe y Alegría ha perdido el 30% de su personal docente desde 2018, y ha sido difícil recuperarlo. Actualmente tenemos 5.673 docentes para atender a 103.000 estudiantes. Es poco si lo comparamos con cifras pasadas, porque llegamos a tener hasta 10.000. Además, allí se incluían especialistas y equipos directivos completos. Lo ideal es tener a un personal completo e integral, y actualmente carecemos de psicólogos, psicopedagogos, orientadores, y profesores especialistas para las escuelas técnicas. Con los que tenemos hemos podido salir adelante de manera muy creativa, apoyándonos con el personal administrativo, que son 869 personas; y con nuestros 1.046 obreros. En total, en Fe y Alegría somos 8.128 trabajadores. 

Nosotros comenzamos a sentir esto con mayor fuerza y de manera más acelerada a partir del año escolar 2018-2019, cuando muchos docentes tomaron la decisión de renunciar para dedicarse a otras actividades económicas que le generaban mejores ingresos y que le permitían satisfacer sus necesidades básicas y las de los familiares que están bajo su responsabilidad. Otros decidieron irse del país. También perdimos personal administrativo, especialistas y obreros que comenzaron a mirar otras opciones.

¿Qué hizo Fe y Alegría para subsanar este problema? 

Nos vimos en la necesidad de incorporar personal voluntario. Muchas aulas quedaron en manos de personas que se fueron sumando para cubrir las vacantes que surgían. Se nos unieron madres y profesionales de otras carreras, que daban un poco de su tiempo para trabajar y atender a grupos facilitando algunos talleres y algunas clases. Por su parte, Fe y Alegría se encargó de darles las orientaciones pedagógicas y el material de apoyo para esas sesiones de trabajo. Este fenómeno, desde luego, comenzó a afectar el desarrollo e implementación de la propuesta educativa de Fe y Alegría, porque al tener menos docentes y menos personal fue generando una crisis en las maneras de implementar la didáctica. 

¿En qué sentido? ¿Cuál es el principal impacto?

Nos estamos quedando con menos profesionales en educación y, quieras o no, impactará en la calidad de la gestión de los procesos de enseñanza y aprendizaje. Los docentes son personal especialista, formados y preparados para enseñar. No todos los voluntarios tienen esa formación, incluyendo a los profesionales en otras áreas. Claro, hay excepciones. Es importante asumir con responsabilidad esta profesión, promocionarla y posicionarla como una de las más importantes para  la sociedad. 

Se valora el que hoy contemos con un número importante de voluntarios, a quienes se les ofrece capacitación básica y necesaria para gestionar un aula de clases. Si no hay un proceso de acompañamiento y seguimiento, se pone en juego la calidad educativa. Allí hay que cuidar el ambiente socio-afectivo y las relaciones de empatía que se establecen entre los docentes y estudiantes, generando confianza y condiciones para aprender. Es necesario fomentar ambientes seguros y de protección, porque eso incide en el desarrollo de comportamientos, actitudes y valores en los niños, niñas y adolescentes. Hay que mitigar el riesgo de violencia dentro y fuera del aula, saber sobre la resolución de conflictos como un hecho pedagógico y tener herramientas para manejar grupos.

No somos el único gremio que ha tenido pérdida de talento humano, pero hay que considerar que el sector educativo es un sector clave. Estamos formando a esos futuros ciudadanos que asumirán en un mediano plazo actividades productivas importantes. Es decir, nuestra labor tiene repercusión en el desarrollo del país. Lo que vemos es que esta realidad se hace cada vez más compleja y debes ser más creativo para manejar la situación y ofrecer un servicio educativo de calidad, hasta donde está tu alcance. Hay que recordar que existen elementos que no podemos manejar, como la situación socio-laboral de los docentes y el déficit de personal generalizado en el país. 

Sin embargo, hay docentes que siguen allí, en el aula de clases. Tienen, como bien lo mencionó al principio, dos o tres trabajos adicionales pero no abandonan la escuela. ¿Qué los motiva? 

Hay profesionales que seguimos creyendo y luchando por la educación, proponiendo e innovando. En la red de escuelas de Fe y Alegría, que son 177 a nivel nacional, atendemos a 103.000 estudiantes y soñamos la mejor educación para ellos. Esto implica trabajar en equipo. Tratamos de involucrar a la familia y al sector social, para que nos acompañen en esta cruzada educativa en tiempos de incertidumbre y así realmente cumplir con la promesa de la educación de calidad.

Como dije antes, Fe y Alegría ha perdido el 30% de su personal docente en los últimos cuatro años. Sin embargo, las personas que se han mantenido no solo se identifican con la profesión docente, también tienen sentido social. Fe y Alegría hace un trabajo de acompañamiento socioemocional y espiritual, porque somos un movimiento de educación popular y promoción social. Además, te enamoras de la organización porque permanentemente estás desaprendiendo y aprendiendo nuevas formas de enseñar. Fe y Alegría se ha empeñado en la actualización y formación de sus docentes, y se preocupa por evaluar permanentemente estas prácticas. El docente venezolano también quiere esto, quiere crecer y tener espacios para la reflexión de su profesión. 

Así como hubo que echar mano de voluntariado e incorporar a otros profesionales a esta labor, hay que destacar que todavía existe un sentido del compromiso ético de lo que es la docencia, entendiendo también que el ser docente es una opción de vida. Para estar en la educación debes estar identificado con la profesión. Porque te gusta lo que estás haciendo es que buscas actividades complementarias que puedan ayudarte a cubrir esas necesidades básicas, pero sin abandonar la profesión que es parte de tu proyecto de vida, y en la que has decidido prepararte. Hay una vocación de servicio, de compromiso, y de eso que es el arte de enseñar y acompañar. Dentro de ese perfil hay una gran sensibilización por la enseñanza, por las personas, por los niños, por creer que a través de tus servicios eres capaz de transformar personas y sociedades.

Noelbis Aguilar dirige el programa de escuelas de Fe y Alegría desde hace 9 años. Fotografía de Alfredo Lasry | RMTF.

Noelbis Aguilar dirige el programa de escuelas de Fe y Alegría desde hace 9 años. Fotografía de Alfredo Lasry | RMTF.

La Unesco publica cada año el Informe de Seguimiento de la Educación para Todos en el Mundo. En 2014 el informe se enfocó en la calidad educativa, y dedicaron una sección a los maestros. Allí se advertía que “en algunos países, la docencia se considera un trabajo de segunda clase”. ¿Es este el caso venezolano o la sociedad valora el compromiso del que usted habla?

Esa poca valoración social tiene que ver con las fallas en las políticas educativas, con cómo el Estado hace muy poco por valorar la profesión docente. Durante las protestas de julio y agosto, que se realizaron porque se estaba violando el derecho a un salario digno, nadie dio respuesta por mucho tiempo ante el pago incompleto del bono vacacional y, al mismo tiempo, tampoco la sociedad se unió a los profesores. ¿En qué hogar del país no hay niños o adolescentes estudiando? Así como manifestamos por la electricidad o por el agua, cuando tu hijo no goza del servicio educativo, o cuando este funciona a medias, la sociedad tiene que demandar calidad. ¿De dónde salen los ciudadanos y ciudadanas? ¿Cómo se transforman las sociedades? De la triada sociedad, familia y escuela. No se trata solamente de preocuparnos, también de ocuparnos en defender uno de los derechos más importantes que hay. Que un grupo de docentes salga a manifestar y haya poco apoyo de la sociedad y comunidades dice mucho de la valoración que hay de la profesión docente. Queremos tener profesionales de primera, pero no trabajamos para tener un servicio educativo de primera. Es decir, no lo exigimos. Eso es lamentable. 

Hay que entender que sí hay vocación y compromiso por parte del personal que trabaja en el sector en Venezuela. En toda mi experiencia he visto educadores populares generando cambios con la educación. No digo que sean populares porque están en comunidades vulnerables, sino porque hay una conciencia ética, política, y pedagógica de lo que es educar para transformar personas y sociedades y para mitigar esos círculos de pobreza, creando la oportunidad en el futuro de tener acceso a empleos decentes y vivienda. En una visión macro tenemos los objetivos de desarrollo sostenible, ¿cómo se apalancan? Con el impulso a la educación, porque es el medio a través del cual puedes llegar a las personas y desarrollar capacidades, aptitudes y habilidades. 

Creo que en las comunidades populares hay todavía un reconocimiento al docente. ¿Cómo se puede multiplicar? Pasa por reconocer y defender a quienes laboran en el sector educativo. Luego, generar la infraestructura necesaria y rescatar los espacios para los niños, niñas y adolescentes para que tengan espacios seguros y amigables donde puedan tener todos los recursos y medios necesarios para el aprendizaje. Ahora todo está en crisis, y tenemos déficit presupuestario para invertir en educación. Cuando prioricemos por dónde empezar, yo apostaría por el sector educativo para así incidir en el resto de los problemas que tiene el país, con ciudadanos con formación integral y un alto compromiso social y productivo.

Pareciera que la falta de valoración hacia el sector educativo también se percibe en la falta de interés por la carrera docente. 

¿Quién va a estudiar esta carrera si ves a los profesionales en la calle pidiendo un incremento de sueldo, o pidiendo respeto, o pidiendo que se le pague lo que se han ganado dignamente? Lo que ves constantemente es el maltrato laboral y escuchas a los padres decir: ¿para qué vas a estudiar educación? Te vas a morir de hambre. No vas a poder tener lo que aspiras. Es difícil que una persona que está comenzando la universidad, que tiene entre 17 y 19 años, con sueños, deseos y con ganas de seguir desarrollando su proyecto de vida, escoja estudiar Educación. Las posibilidades son mínimas, porque a pesar de que tiene vocación, es una carrera que le ofrece menos posibilidades de cubrir sus expectativas socio-laborales, aun teniendo un sentido de compromiso social. Basta pasearse por el Instituto Pedagógico de Caracas para ver el déficit, no solo de profesores, también de alumnos. No es solo un problema del subsistema de educación básica, es todo el sistema educativo que está en crisis. Es un tema que nos tiene que ocupar en este momento. Fuimos un país con un alto nivel educativo, donde se formaron profesionales que hoy en el mundo ocupan puestos importantes. Pero esa no es la realidad de las nuevas generaciones. 

La pandemia demostró que si bien padres y madres pueden ayudar a sus hijos en casa, la dinámica presencial entre el docente y el estudiante es insustituible. El año escolar 2022-2023 promete ser el regreso definitivo al aula. Fotografía de Alfredo Lasry | RMTF.

La pandemia demostró que si bien padres y madres pueden ayudar a sus hijos en casa, la dinámica presencial entre el docente y el estudiante es insustituible. El año escolar 2022-2023 promete ser el regreso definitivo al aula. Fotografía de Alfredo Lasry | RMTF.

En 2014, el gobierno venezolano creó la micromisión Simón Rodríguez para la formación de maestros, reconociendo el déficit de docentes en la educación media. También aquellos que se incorporen en Chamba Juvenil tienen la opción de prepararse en el área educativa. ¿Tienen experiencia con personas egresadas de estos programas?

Tuvimos algunas experiencias muy pequeñas. Creo que a veces estas propuestas generan altas expectativas, y cuando no se ven cubiertas quienes se involucraron terminan desertando. Hay personas que están buscando oportunidades para formarse, y que andan indagando también cómo insertarse productivamente, y el camino más fácil que consiguen es irse a Chamba Juvenil o a alguna misión. Y el camino fácil no siempre es el mejor. Recuerdo que cuando estudié educación pasabas por un proceso riguroso de admisión, y aplicaban una batería de pruebas y entrevistas. No todo el mundo ingresaba en la carrera para ser maestro con vocación, aptitud y actitud. Es posible que no fuera la carrera donde se pedía mayor promedio, pero sí medían que realmente contaras con las competencias blandas y con la vocación necesaria para tener éxito una vez que ingresaras a la escuela de Educación y te dedicaras a la carrera docente, alcanzando un buen desempeño. Es una carrera que es bastante exigente. Por lo menos en mis tiempos era bastante exigente.

¿Qué la hace una carrera exigente?

Te formaban para enfrentarte al complejo mundo educativo, que va desde atender grupos de estudiantes hasta investigar para promover nuevo conocimiento. Hoy en día se cree que educar es algo muy fácil, y considero que dejan por fuera aspectos relevantes en la formación pedagógica: qué enseñar, cómo evaluar, cómo gestionar un aula, cómo gestionar una escuela. Tiene su complejidad y requiere de investigación, orientación y reflexión. Requiere de análisis, de pensamiento complejo y crítico, y creo que a eso se le ha ido restando importancia.

La pandemia fue además una gran lección sobre la dinámica entre maestros y alumnos. Los maestros de calidad son irreemplazables. 

Esa fue la mejor lección de la pandemia. Enseñar es un arte y para eso te formas. Te tiene que gustar la interacción con los niños y debes poseer niveles importantes de empatía para poder congeniar con ellos. Es necesario crear con tus estudiantes una comunidad de aprendizaje para descubrir y construir juntos. 

¿Qué están haciendo los profesores actualmente? Están donando su trabajo, porque lo que ganan no les permite vivir. No es posible que no puedas acercarte ni a la mitad del costo de la cesta básica. Muchos de ellos buscan otros trabajos. Hablan con los directores para organizar su tiempo y dedicarse a actividades complementarias, pero sin abandonar el aula. El trabajo de los educadores es importante pero es poco valorado. Acá no se cumple el principio de “igual trabajo, igual salario”. A pesar de que el trabajo del educador se ha convertido en un voluntariado, siempre buscan el espacio para poder atender a sus estudiantes. La mayor satisfacción de un maestro es ver que sus estudiantes logran desarrollar las competencias para la vida, verlos alcanzar su metas, verlos en cada acto de grado. Los graduandos son un sueño hecho realidad. Verdaderamente, al realizar una mirada retrospectiva del trabajo de los educadores venezolanos, no queda más que decir que se ganaron un pedacito de cielo. Algunos maestros no desayunan o no almuerzan completo, porque no pueden costear su alimentación con su salario, pero ahí siguen… apegados al compromiso adquirido. No es lo ideal, pero hay que valorarlo. Ser maestro es de vocación.

Créditos

Dirección general: Ángel Alayón y Oscar Marcano

Jefatura de diseño: John Fuentes

Texto: Indira Rojas

Edición: Ángel Alayón y Oscar Marcano

Fotografías: Alfredo Lasry | RMTF

Redes sociales: Salvador Benasayag e Indira Rojas

Caracas, miércoles 5 de octubre de 2022