Caracas

Una capital desabastecida

Los niños en el Barrio Píritu de Petare ayudan a sus padres a cargar las garrafas de agua desde un manantial hasta sus casas. Fotografía de Iñaki Zugasti

Los niños en el Barrio Píritu de Petare ayudan a sus padres a cargar las garrafas de agua desde un manantial hasta sus casas. Fotografía de Iñaki Zugasti

Los habitantes de la Gran Caracas recibieron en promedio 50 horas de agua corriente a la semana en 2016 y 2017, según los planes de racionamiento de Hidrocapital. En mayo de 2014, el ministro del Ambiente, Miguel Rodríguez, anunció un “ plan especial de abastecimiento” para la ciudad debido a la sequía. Confiaba en que el suministro se normalizaría en agosto o septiembre, al final de la época de lluvias. Pero, cuatro años más tarde, el racionamiento continúa.

José María de Viana fue presidente de Hidrocapital en los años noventa. Cree que el problema del racionamiento del agua corriente en Caracas se debe a fallas en la operatividad del sistema por falta de mantenimiento. De lo contrario, el suministro sería pleno en las temporadas de lluvia, cuando los embalses vuelven a llenarse.

"La prioridad es recuperar la máxima operatividad de los sistemas que ya están construidos. Caracas recibe 5.000 litros de agua por segundo menos que en 1999. Esto se debe a que hay bombas y motores de los Sistemas Tuy que están fuera de servicio. Además, las tuberías rotas no se reparan. La capacidad de producción y el transporte del agua se debilitan mientras que la población crece”.  

El fenómeno climatológico El Niño ocasionó una sequía severa en 1997, que les demostró a De Viana y a su equipo en Hidrocapital que el Sistema Tuy —el cual abastece a la Gran Caracas— necesitaba otro embalse para reforzar su capacidad de producción de agua a fin de atender la volatilidad de los ciclos de lluvia y el crecimiento poblacional. Por eso construyeron Taguaza, explica.

Dos décadas más tarde, el Sistema Tuy carece de la fase IV, que incluye el embalse de Cuira y una red de tuberías y bombas diseñadas para suministrar agua a cinco millones de personas, con un aporte de 21.000 litros de agua por segundo.

El gobierno de Hugo Chávez prometió inaugurar Tuy IV en 2010. Valorado en 880 millones de dólares, éste es el proyecto hidráulico más costoso de los últimos 20 años en Venezuela. En 2018, el sistema aún no está operativo.

Chávez encomendó la construcción del Sistema Tuy IV a la empresa brasileña Camargo Correa, que luego fue investigada en la operación Lava Jato, el caso de pago de sobornos a políticos en Brasil a cambio de licitaciones millonarias. La justicia brasileña ordenó suspender los proyectos de Camargo Correa y las demás empresas involucradas en el Lava Jato en todos los países donde operaban, incluida Venezuela.

En enero de 2016 la entonces presidenta de Hidrocapital, Evelyn Vásquez, dijo que el proyecto tenía 50% de avance. Un año después el gobierno de Nicolás Maduro firmó una carta de intención con la filial venezolana de la empresa china Sinohydro para ejecutar el proyecto “Sistema de Abastecimiento Tuy IV”.

La pelea por el agua en Barrio Píritu

Cuando Carolina Urbina sale de su casa, los vecinos se acercan para decirle que están desesperados porque ya no tienen agua en sus tanques. Le preguntan si el camión cisterna irá al barrio esa semana. Piden explicaciones sobre las fallas del suministro por tuberías. Carolina es la vocera principal del comité de Mesa Técnica del Agua en Barrio Píritu, Petare, desde hace siete meses. Tiene 42 años y vive con su esposo y su hija menor en el sector. Dice que cada día es más difícil ver a la gente a la cara sin tener una respuesta que alivie su incertidumbre. El Instituto Municipal de Aguas y Acueductos de Sucre (IMAS) le ha dicho que el motor de la Estación de Bombeo Fénix está dañado y esperan su reemplazo. La estación está paralizada desde hace tres meses. 

Las casas construidas en la margen derecha del barrio no tienen red de tuberías. La de Carolina es una de ellas. Para cocinar, fregar y bañarse, usa el agua que el IMAS distribuye en camiones que almacenan hasta 10.000 litros. Pero no es suficiente para abastecer a las 248 familias que viven en la parte baja, y este año hay menos cisternas por falta de repuestos. En el barrio dicen que la sede del IMAS parece un cementerio de camiones. 

Carolina llegó a un acuerdo para que la cisterna de 20.000 litros que surte a la Universidad Santa María lleve agua a Barrio Píritu una vez a la semana, pero apenas alcanza para llenar 100 pipotes de 200 litros. Cuando falta el agua, los vecinos pelean. Unos llenan hasta tres pipotes, otros se quedan secos. Algunos residentes que se conocen desde hace años ya no se saludan. Carolina procura descansar y salir del barrio los sábados y domingos. En la semana debe dejar de lado diligencias y compromisos personales para esperar la cisterna que el IMAS promete mandar desde el lunes, pero tarda hasta cuatro días en aparecer. A veces ni siquiera llega.